domingo, 7 de octubre de 2018

Discurso sobre la dignidad del Hombre



 Hacia finales de 1486, con solo veinte tres años Pico della Mirandola publico una obra denominada “Las 900 tesis”, esta obra iba presidida por una introducción que titulo: “Discurso sobre la dignidad del Hombre”.-

      Dios, dice Pico, ha creado al hombre no con una única aptitud, sino dándole en común lo que le ha otorgado en particular a los otros seres y de su libertad dependerá construirse como ángel o como bestia.

      Dios, dice Pico confirió al hombre los gérmenes de toda especie y de toda vida y según cada cual los cultive maduraran en él  y le darán sus frutos, así si viviéramos una vida vegetal sin otra acción que alimentarnos seremos plantas; si viviéramos sin otra acción que alimentarnos y trasladarnos seremos bestias,   si racionales e intelectuales  fuéramos a tal punto de ejercitar la perfección del alma nos elevaríamos a criaturas celestes, pronto en ángeles y finalmente en espíritu puro que en presencia de Dios podríamos estar.

      Echando mano a una bella combinación de poesía, mitología y filosofía, Pico della Mirandola imagino el ultimo día de la creación e hizo hablar a Dios,  quien dirigiéndose al primer hombre dijo:
“No te he dado, Oh Adan, un lugar definido, un particular aspecto ni, desde ya, una prerrogativa peculiar. Esto persigue el objetivo de que tengas un lugar, un aspecto y las diferencias que conscientemente elijas, y que de acuerdo con tu intención, ganes y conserves. La naturaleza definida de los otros seres esta constreñida por las precisas normas que he prescrito. Sin embargo tú, no limitado por carencia alguna, la determinaras según el arbitrio a cuyo poder te he consignado. En el centro del mundo te he colocado para que observes, con comodidad, cuanto en el existe. Así, no te he creado ni celeste ni terrenal, ni mortal ni inmortal, con el propósito de que tú mismo, como juez y supremo artífice de ti mismo, te dieses la forma y te plasmases en la obra que eligieras. Tanto podrás degenerar en esas bestias inferiores como regenerarte, según tu animo, en las realidades superiores que, por cierto, son divinas”